HOMENAJE PÓSTUMO
Biblioteca Central de la Universidad de Concepción
Sra.
Cora Riquelme de Parga,
Oficial Jefe Biblioteca Central. Barros Arana 1068.
Revista de ciencia, arte y literatura de la Universidad de Chile (1974), N° 429-430, Pág. 394
Colegio de Abogados de Concepción
Hugo Tapia Arqueros
Presidente del Colegio de Abogados de Concepción
Héctor Palacios Piña
Secretario del Colegio de Abogados de Concepción
Concepción, agosto 29 de 1973
El Colegio de Abogados de Concepción se ha impuesto, con sincero y profundo pesar, del sensible fallecimiento de su distinguido esposo, Don Luis David Cruz Ocampo quien fuera por muchos años querido y destacado miembro del colegio y brillante y preclaro jurista y hombre público.
Ante lamentable deceso del señor Cruz Ocampo, se reunió extraordinariamente el Consejo Provincial del Colegio, adoptando acuerdos que puedes conseguir en:
Revista de ciencia, arte y literatura de la Universidad de Chile (1974), N° 429-430, pág. 395
Ministerio de Relaciones Exteriores
Mario Valenzuela Lafourcade
Asesor Jurídico de Ministerio de Relaciones Exteriores
Debería intentarse, ante la pérdida irreparable que hoy sentimos, definir la manera cómo este hombre eminente encarno valores permanentes de nuestra personalidad nacional, recogiendo al mismo tiempo los elementos que mejor se ajustaban a su temperamento y carácter, de la cultura universal. Sería arrogante e inmoderado (2 vicios morales detestables para el amigo que despedimos) que yo pretendiera y aquí y ahora, esa definición de una vida ejemplar. La verdad es que esta última expresión de reminiscencias clásicas, se ajusta a uno de los elementos de la filosofía de don Luis David. Conocía y apreciaba la cultura clásica greco-romana, suavizada en él por su lecturas profundas de los humanistas eligiendo entre ellos, lo más tolerantes y llenos de conmiseración, como Cervantes, Voltaire y Anatole France. Esta Formación humanista unida a una actitud vital básicamente cristiana y a una experiencia, lindante con la tragedia, hizo de don Luis David una personalidad Inolvidable.
Por ello fue modesto y simple, y no supo ni quiso usar armas vedadas, ni siquiera sospechosas, para obtener nombradía, figuración o dinero. En su retiro de la casa de la calle concepción, donde pasó sin duda duros momentos, reflexionaba, sin amargura y sin rencor acerca de su destino. Su frase:
“Nací rico y muero pobre, compañeros”
Dicha sin jactancia, muestra como conservó hasta el final su espíritu hidalgo que le indicaba una línea moral, estructurada de su ser.
Mis palabras, en representación de la Asociación de empleados de la cancillería, cuya presidencia desempeño por elección unánime de todos nosotros, son solo un testimonio de homenaje de la institución de sus innumerables amigos y compañeros en este campo de actividad y de quienes tuvimos el privilegio de colaborar con él.
Revista de ciencia, arte y literatura de la Universidad de Chile (1974), N° 429-430, Pág. 403
Sociedad de Escritores Chile
Patricia Morgan
Representante de la Sociedad de Escritores Chile
Ha dejado de pensar, ha dejado de sufrir y ha dejado de vivir, uno de los hombres más sobresalientes que yo haya cruzado en el camino de mi vida.
Trabajaba las días enteros y seguía haciéndolo hasta altas horas de la noche, pues decía le quedaba aún mucho que aprender y ya había cumplido sus ochentas años.
Tuvo un culto, casi sagrado por su hogar, por su esposa señora Amelia López de Heredia, sus 4 hijos y su nuera rusa. Ellos tienen hoy día casi la sorpresa de darse cuenta de lo cautivante y elevado de su espíritu, y sobre todo del enorme caudal de saber que escondía, pues nunca lo oían hablar de sus éxitos, solo lo sabían silencioso y hermético.
Yo estoy en este homenaje muy complacida, por haber sido elegida por el Directorio de la Sociedad de Escritores de Chile, institución de la cual él fue uno de sus fundadores y aportó como Director su criterio, su saber y su ayuda a solucionar cualquier situación difícil que se presentara.
Diré nuevamente que siempre he pensado, después de haber tenido el privilegio de ser su amiga y de haber disfrutado de su talento, en diversas instituciones, que así como hay premios para la Paz, las Ciencias, la obra Literaria, etc., debería instituirse un premio que podría titularse “Al talento integral” que abarcara Inteligencia Cultural, Humanidad, Abnegación y Saber. Si esto hubiera acaecido, lo habría obtenido con toda propiedad Luis David Cruz Ocampo.
Revista de ciencia, arte y literatura de la Universidad de Chile (1974), pág. 396-400
Academia Chilena de la Historia
Luis Zenón Francisco Urrutia Infante
“La Academia chilena de la Historia me ha conferido el honor de expresar sus sentimientos de tristeza ante la muerte de D. Luis David Cruz Ocampo, que pertenecía al ilustre Cuerpo como individuo correspondiente por Concepción.
El señor Cruz Ocampo fue un ser escogido, de vasta y bien cimentada cultural y de sensibilidad exquisita atributos que guiaron sus inquietudes del espíritu por el campo de Derecho, la Filosofía, la Literatura y la Historia, disciplinas en las que se distinguió por su talento, su clara percepción, sus métodos expositivos y por la elevación de sus percepciones
El académico señor Cruz Ocampo fue una mezcla feliz de historiador de filósofo y de jurista, que en sus escritos y charlas, de claro molde ético, dejo un rastro señero de sabiduría. En él primó el valor espiritual, que lo acompaño en sus momentos venturosos y le sirvió de alivio y sostén en las duras horas de prueba que debió soportar
En el silente rincón de su sala de estudio, rodeado de sus libros predilectos, estaba en la positura apacible del pensador, ahora permanece en el recuerdo inefable de quienes lo trataron, y al pie del Supremo Hacedor en espera del premio por sus muchas virtudes de ciudadano, de amante jefe de familia, de amigo ejemplar, de maestro humano y doctor, de sabio reposado y profundo.
La Academia Chilena de la Historia ha querido rendir a su memoria este homenaje por intermedio de otro miembro correspondiente por Concepción, y este cometido lo cumplo con fervor respetuoso en tal carácter y al mismo tiempo, en el sencillo y fraternal de amigo y coterráneo, de discípulo de enseñanza y de admirador de su valioso intelecto”
Revista de ciencia, arte y literatura de la Universidad de Chile (1974), N° 429-430, Pág. 401-402